Y viniendo de la entrada anterior, ya llegó el momento en que los gusanos comenzaron a segregar seda y a formar sus capullos. Era emocionante ver cómo se enroscaban sobre sí mismos y construían su "refugio de descanso" en unos días. Y cada vez eran más los que iban uniéndose.
Fue curioso observar que algunos lo hacían de color amarillo y otros de color blanco.
A medida que iba habiendo más, la seño decidió colocar los capullos tal y como lo hacen en los mariposarios. Esta foto es del Mariposario de Benalmádena y los capullos y crisálidas son de distintos tipos de mariposas y polillas:
Los pusimos en un corcho blanco, y comenzamos a hacer un registro de observaciones donde anotábamos cuántos días pasaban desde que apareció el primer capullo, por un lado, y por otro, en qué medida iba aumentando el número de capullos, pues cada día se formaban más.
En la primera ficha lo que hacían era poner los números de días que pasaban: 1, 2, 3...
Y en la segunda, que era bastante más difícil, tenían que registrar en una tabla de doble entrada a modo de barras el número de capullos que había. Cada día: tal número de capullos. Y para más dificultad si cabe, los capullos no eran una decena, sino que llegamos a tener más de 30 ¡nos salimos de la gráfica!
Por supuesto que algunos niños lo cogían con facilidad y otros con menos. Lo bonito era ver cómo iban progresando mientras se ayudaban unos a otros.
Al final eran tantos capullos que los cambiamos de sitio y recolocamos todo de nuevo. ¡Y empezaron a salir las primeras mariposas! Nosotros contamos 15 días (hubo algún fin de semana que nos pasamos apuntar, con la realidad rondará entre los 15 y 20 días. Hay que estimar también los márgenes de error en estos estudios ;-)
Lucía S. nos cuenta el ciclo del gusano de seda:
Estas son algunas imágenes que observamos en el proceso, entre otras muuuuchas cosas:
Y ya comienza el ciclo de nuevo: las mariposas se reproducen juntándose un macho con una hembra y poniendo ella después los huevos. Como bien dijo Lucía, luego las mariposas mueren y de los huevos saldrán gusanos nuevos.
Bueno, recalcar que en realidad no son mariposas sino polillas: mariposas nocturnas.
Aquí tenéis un enlace con información sobre el cuidado de las orugas de la seda:
Manual casero para la cría de gusanos de seda.
Y así terminamos nuestro pequeño proyecto sobre las orugas de la seda. Espero que os haya gustado. Os dejo imágenes de cómo quedó adornado nuestro pasillo:
Mostrando entradas con la etiqueta experimento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta experimento. Mostrar todas las entradas
domingo, 8 de septiembre de 2013
Proyecto Gusanos de Seda IV - Silkworm work project IV
Proyecto Gusanos de Seda III: Experimentos - Silkworm work project III: Experiments
Tras la segunda parte, continuamos con las entradas sobre las orugas de la seda. Ahora llegan los experimentos.
Íbamos observando los cambios que se producían en ellos y los cuidábamos y los alimentábamos: quitábamos la suciedad, las cacas se hacían más grandes, cambiábamos las hojas y cada vez había que poner más, etc. Los cogíamos con mucho cuidado, los mirábamos, los modelábamos con plastilina...
Los gusanos mayores crecían a una velocidad de vértigo y comían cada vez mas. Y también iban naciendo gusanos nuevos. A veces la diferencia entre unos y otros era notable.
Vimos que cada vez comían más hojas de morera y pensamos ¿y si le damos otra cosa? ¿se lo comerán también? ¿o sólo comen hojas de morera? Teníamos una fichita preparada al caso, y la seño se trajo:
- Un trozo de manzana.
- Una hoja de lechuga.
- Una hoja de morera.
Pusimos unos cuantos gusanos en la caja lejos de cada alimento, y decidimos ver hacia dónde se dirigirían los gusanos. ¡Igual les gustaba la manzana!
A medida que transcurría la mañana, los niños iban asomándose impacientes para ver a dónde se habían dirigido los gusanos. Y al final este fue el resultado:
¡Todos se habían ido a la hoja de morera!
Estaba claro, ni manzana, ni lechuga. Hoja de morera, ñam, ñam. Y lo plasmamos en nuestra ficha.
Al final las hipótesis de algunos alumnos fueron acertadas, predijeron que se irían a la hoja y acertaron. Otro predijeron otras respuestas diferentes, cada uno la suya. Y el experimento nos dio la respuesta.
OTRO EXPERIMENTO: ¿Y SI NO HAY MORERAS?
Esta vez surgió porque hablando con mi compi la Seño Rocío sobre este experimento, llegamos a la conclusión de que, claro, si te dan a elegir entre una manzana, una lechuga, y un trozo de pastel (o sea, lo que para los gusanos eran las hojas de morera por las que se pirran), lo normal es que vayas al trozo de pastel.
Entonces... ¿qué pasaría si no hubiese hojas de morera? ¿se comerían al menos la lechuga? Porque la manzana la descartamos por ser fruta. Yo tenía entendido que las orugas de la seda no pueden sobrevivir comiendo hojas de lechuga.
Bueno, pues decidí comprobarlo explicándole las razones de mi curiosidad a los niños. Ellos se mostraron muy interesados también.
Traje un par de hojas de lechuga iceberg recortadas de forma geométrica para que no hubiese lugar a dudas en el caso de que algún gusano decidiera darle algún mordisquito.
Cogimos unos cuantos gusanos (no todos), porque a la seño le preocupaba que le sentaran mal las lechugas, así que, tuvimos un grupo de control al que no testeamos y siguieron comiendo hojas de morera, y un grupo experimental: los elegidos para ver los resultados en el experimento con lechugas.
¿Y cuáles fueron los resultados tras una mañana de contacto con la lechuga? como podéis comprobar en la foto ¡¡los gusanos sí comen hojas de lechuga si no tienen de morera!!
Bueno, no sabíamos los efectos a largo plazo, y por eso decidimos quitárselos ese mismo día y darles de comer las hojas moreras.
Al final investigando por la red, descubrimos que los gusanos pueden sobrevivir dos o tres días comiendo lechuga, pero si esa dieta se alarga, no obtienen los nutrientes necesarios y mueren.
¡Qué de cosas aprendimos!
Íbamos observando los cambios que se producían en ellos y los cuidábamos y los alimentábamos: quitábamos la suciedad, las cacas se hacían más grandes, cambiábamos las hojas y cada vez había que poner más, etc. Los cogíamos con mucho cuidado, los mirábamos, los modelábamos con plastilina...
Los gusanos mayores crecían a una velocidad de vértigo y comían cada vez mas. Y también iban naciendo gusanos nuevos. A veces la diferencia entre unos y otros era notable.
UN EXPERIMENTO: ¿QUÉ COMEN LOS GUSANOS DE SEDA?
Vimos que cada vez comían más hojas de morera y pensamos ¿y si le damos otra cosa? ¿se lo comerán también? ¿o sólo comen hojas de morera? Teníamos una fichita preparada al caso, y la seño se trajo:
- Un trozo de manzana.
- Una hoja de lechuga.
- Una hoja de morera.
Pusimos unos cuantos gusanos en la caja lejos de cada alimento, y decidimos ver hacia dónde se dirigirían los gusanos. ¡Igual les gustaba la manzana!
A medida que transcurría la mañana, los niños iban asomándose impacientes para ver a dónde se habían dirigido los gusanos. Y al final este fue el resultado:
¡Todos se habían ido a la hoja de morera!
Estaba claro, ni manzana, ni lechuga. Hoja de morera, ñam, ñam. Y lo plasmamos en nuestra ficha.
Al final las hipótesis de algunos alumnos fueron acertadas, predijeron que se irían a la hoja y acertaron. Otro predijeron otras respuestas diferentes, cada uno la suya. Y el experimento nos dio la respuesta.
OTRO EXPERIMENTO: ¿Y SI NO HAY MORERAS?
Esta vez surgió porque hablando con mi compi la Seño Rocío sobre este experimento, llegamos a la conclusión de que, claro, si te dan a elegir entre una manzana, una lechuga, y un trozo de pastel (o sea, lo que para los gusanos eran las hojas de morera por las que se pirran), lo normal es que vayas al trozo de pastel.
Entonces... ¿qué pasaría si no hubiese hojas de morera? ¿se comerían al menos la lechuga? Porque la manzana la descartamos por ser fruta. Yo tenía entendido que las orugas de la seda no pueden sobrevivir comiendo hojas de lechuga.
Bueno, pues decidí comprobarlo explicándole las razones de mi curiosidad a los niños. Ellos se mostraron muy interesados también.
Traje un par de hojas de lechuga iceberg recortadas de forma geométrica para que no hubiese lugar a dudas en el caso de que algún gusano decidiera darle algún mordisquito.
Cogimos unos cuantos gusanos (no todos), porque a la seño le preocupaba que le sentaran mal las lechugas, así que, tuvimos un grupo de control al que no testeamos y siguieron comiendo hojas de morera, y un grupo experimental: los elegidos para ver los resultados en el experimento con lechugas.
¿Y cuáles fueron los resultados tras una mañana de contacto con la lechuga? como podéis comprobar en la foto ¡¡los gusanos sí comen hojas de lechuga si no tienen de morera!!
Bueno, no sabíamos los efectos a largo plazo, y por eso decidimos quitárselos ese mismo día y darles de comer las hojas moreras.
Al final investigando por la red, descubrimos que los gusanos pueden sobrevivir dos o tres días comiendo lechuga, pero si esa dieta se alarga, no obtienen los nutrientes necesarios y mueren.
¡Qué de cosas aprendimos!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)